locas-virtudes

COMO SE VUELVEN LOCAS LAS VIRTUDES

Muchas veces se piensa que el vicio tiene la fuerza de seducirnos. Pero lo cierto es, que nuestra voluntad no puede querer el mal, porque su esencia es desear el bien. Por tanto, para que nuestra voluntad se mueva necesita de un bien o de algo que tenga apariencia de bien. En otras palabras, el mal no es bueno en sí, para atraernos siempre debe tomar del bien su fachada. Para fascinarnos le es necesario adornarse con plumas de pavo real, pretenderse superior, en fin disfrazarse de virtud.

En este sentido, G. K. Chesterton en su libro “Ortodoxia” dice que, “la gente de hoy no es perversa; en cierto sentido aun pudiera decirse que es demasiado buena: está llena de absurdas virtudes supervivientes. Cuando una teoría religiosa es sacudida, como lo fue el cristianismo en la reforma (protestante), no sólo los vicios quedan sueltos. Claro que los vicios quedan sueltos y vagan causando daños por todas partes; pero también quedan sueltas las virtudes, y estas vagan con mayor desorden y causan todavía mayores daños. Pudiéramos decir que el mundo moderno esta poblado de viejas virtudes cristianas que se han vuelto locas. Y se han vuelto locas, de sentirse aisladas y de verse vagando a solas. Así sucede que los hombres de ciencia se preocupen por establecer su verdad, y que la verdad les resulte luego despiadada. Así que los humanitarios sólo de la caridad se preocupen y que su caridad (siento decirlo) resulta muchas veces falsa.

Esta locura de las virtudes que no tienen un fundamento en el bien, porque no hay una Verdad que las ilumine, hace una sociedad desquiciada. Las virtudes que deberían estar unidas y ser complementarias, se absolutizan llegando al sin sentido. Es decir, hay una unidad moral y de utilidad superior que se ha perdido. Así se tiene compasión por el torro que muere en la plaza y, a la vez, se es indiferente ante los miles de seres humanos que mueren en Siria. Como vemos el genio diabólico no consiste tanto en rechazar el bien como aceptarlo para provecho propio. De esa forma extravía incluso nuestro deseo de hacer el bien aislando las bondades que la verdad vincula: la justicia sin misericordia, que se vuelve crueldad, frente a la misericordia sin justicia que se vuelve laxismo; la humildad sin magnanimidad, que se vuelve modestia perezosa, frente a la magnanimidad sin humildad, que se vuelve activismo vanidoso… y finalmente, la verdad sin amor, que es la fe de los demonios, frente al amor sin verdad, que es la filantropía del diablo. Corremos tras esas virtudes parciales que son vicios completos y así nuestro mundo puede ser asesinado por nuestra diligencia.